Elvis vive en Buenos Aires.Documento

sábado, 3 de mayo de 2008

Ed Sullivan & Elvis Presley

El popular presentador de la televisión norteamericana Ed Sullivan había manifestado que ese chico de Memphis no era apto para cantar en un programa tan serio como el suyo, pero dos meses después tuvo que rectificar y no perdió la oportunidad de llamarle a actuar delante de las cámaras. Pero esta vez le pidieron nada menos que 50.000$ por tres cortas actuaciones en su programa. La venganza estaba servida.

Por su parte, unos días antes de esa actuación el cantante Frank Sinatra realizaba unas declaraciones afirmando que Elvis era un ejemplo “muy pernicioso y negativo para los jóvenes”. Aún así, en su primera actuación ante Ed Sullivan, Elvis logró una audiencia de 54 millones de personas, cifra que solamente logró ser superada años después con una actuación de los Beatles, casualmente un grupo musical que también interpretaba Rock and Roll. Lo curioso del caso es que una música similar era interpretada por el popular Bill Haley y sus Cometas, el cual había alcanzado una popularidad extraordinaria con su canción “Rock Around the Clock” y por tanto el éxito de Presley no podía ser debido solamente al tipo de música. Por fuerza debería ser la unión de su carácter rebelde, su voz, su estilo y sus movimientos en escena, lo que le dieron el triunfo tan espectacular. Existe un dato curioso en ese su primer Show con Ed Sullivan y es que Elvis solamente fue mostrado por las cámaras de cintura para arriba, ya que una férrea censura obligó a ello. No era moral mostrarle con sus ondulantes movimientos de cadera. También le prohibieron cantar sus más sonoras canciones, le pidieron que se vistiera correctamente (eso quería decir vestido con frac y sin guitarra) y, como ya hemos dicho, los telespectadores nunca supieron cómo era su ídolo de cintura para abajo.

Por si fuera poco y para que el lavado de imagen quedase completado, Elvis intervino el día 4 de Julio en un festival benéfico que se celebró en Memphis, cuya recaudación sería entregada en su totalidad a una institución de caridad. Ese festival debería suponer el reencuentro del verdadero Elvis ante su público, el cual había abarrotado el auditorio tres horas antes y no se vio defraudado. Tenían en ese momento delante de ellos a su verdadero ídolo, al muchacho seductor de caderas oscilantes, vestido por fin con pantalones ajustados, zapatos negros, una chaqueta roja y mascando un sonoro chicle para que todo quedase ya bien claro. El demonio blanco estaba de nuevo en escena para regocijo de sus admiradores. Por supuesto el éxito fue apoteósico y cada movimiento o susurro era coreado por miles de gargantas enloquecidas. Ya no había vítores si no rugidos de admiración y la policía se vio en más de un apuro para evitar que los fans subieran al escenario a besarle.

Todo su mejor repertorio rockero fue cantado y aún pudo guardar fuerzas para asegurar a su público que la gente de Nueva York nunca conseguiría doblegarle. Estas frases provocaron el delirio y hasta el alcalde de Memphis se subió al escenario para abrazarle.

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